TRUFA BLANCA, LA REINA ITALIANA
2019-10-15 10:43
Su escasez y corta disponibilidad la convierten en un manjar exclusivo
Es la más deseada. La trufa blanca es todo un lujo gastronómico de aroma complejo y extraordinario sabor cuya exclusividad reside en su escasez. Y es que su recolección solo se realiza durante el otoño, concretamente entre los meses de octubre y diciembre, y por lo tanto es un producto de corta disponibilidad. A ello se le une la dificultad para acceder a esta joya de color blanquecino que crece bajo tierra a una profundidad de entre 10 y 30 centímetros. Estos factores hacen que su precio en el mercado pueda alcanzar los 6.000 euros por kilo.
La trufa blanca nace de manera silvestre, principalmente en la región italiana del Piamonte. Recibe el nombre científico de Tuber magnamatum Pico en homenaje al micólogo Vittorio Pico, quien identificó esta especie a finales del siglo XVIII. También se le conoce como trufa blanca de Alba, una pequeña población del noroeste de Italia donde cada año se celebra la ‘Fiera Internazionale del Tartufo Bianco d’Alba’, una subasta internacional de este diamante culinario con fines benéficos.
Chefs y expertos gastronómicos a nivel mundial se rinden al aroma agradable e intenso de los mejores ejemplares y a su extraordinario sabor. Este tesoro culinario muestra todas sus cualidades cuando se come en crudo, por lo que es un error cocinarlo. La trufa blanca se disfruta cortada en láminas muy finas, como remate de platos sencillos y pocos condimentados, como ensaladas, pastas y risottos, que no resten protagonismo a la reina italiana.
Desde la empresa Laumont, que lleva más de 40 años seleccionando las mejores trufas para sus clientes, recomiendan consumir la trufa blanca en un periodo máximo de tres días y para su óptima conservación hay que guardarla en la nevera y dentro de un recipiente de cristal. La temperatura de refrigeración debe estar comprendida entre los 2ºC y 4ºC. También se puede guardar en un recipiente hermético que no sea de plástico o de barro con papel absorbente o un trapo ligeramente húmedo.
Las mejores mesas del mundo se disputan cada otoño los pocos ejemplares que da la tierra. Sin embargo, en Laumont, que distribuye sus productos tanto a particulares gourmets como a restaurantes, tienen disponibilidad de este efímero diamante gastronómico durante toda la campaña. Además, gracias a su app gratuita, aquí puedes descargarla, adquirir trufa fresca en tan solo 24 horas es una realidad.
Es la más deseada. La trufa blanca es todo un lujo gastronómico de aroma complejo y extraordinario sabor cuya exclusividad reside en su escasez. Y es que su recolección solo se realiza durante el otoño, concretamente entre los meses de octubre y diciembre, y por lo tanto es un producto de corta disponibilidad. A ello se le une la dificultad para acceder a esta joya de color blanquecino que crece bajo tierra a una profundidad de entre 10 y 30 centímetros. Estos factores hacen que su precio en el mercado pueda alcanzar los 6.000 euros por kilo.
La trufa blanca nace de manera silvestre, principalmente en la región italiana del Piamonte. Recibe el nombre científico de Tuber magnamatum Pico en homenaje al micólogo Vittorio Pico, quien identificó esta especie a finales del siglo XVIII. También se le conoce como trufa blanca de Alba, una pequeña población del noroeste de Italia donde cada año se celebra la ‘Fiera Internazionale del Tartufo Bianco d’Alba’, una subasta internacional de este diamante culinario con fines benéficos.
Chefs y expertos gastronómicos a nivel mundial se rinden al aroma agradable e intenso de los mejores ejemplares y a su extraordinario sabor. Este tesoro culinario muestra todas sus cualidades cuando se come en crudo, por lo que es un error cocinarlo. La trufa blanca se disfruta cortada en láminas muy finas, como remate de platos sencillos y pocos condimentados, como ensaladas, pastas y risottos, que no resten protagonismo a la reina italiana.
Desde la empresa Laumont, que lleva más de 40 años seleccionando las mejores trufas para sus clientes, recomiendan consumir la trufa blanca en un periodo máximo de tres días y para su óptima conservación hay que guardarla en la nevera y dentro de un recipiente de cristal. La temperatura de refrigeración debe estar comprendida entre los 2ºC y 4ºC. También se puede guardar en un recipiente hermético que no sea de plástico o de barro con papel absorbente o un trapo ligeramente húmedo.
Las mejores mesas del mundo se disputan cada otoño los pocos ejemplares que da la tierra. Sin embargo, en Laumont, que distribuye sus productos tanto a particulares gourmets como a restaurantes, tienen disponibilidad de este efímero diamante gastronómico durante toda la campaña. Además, gracias a su app gratuita, aquí puedes descargarla, adquirir trufa fresca en tan solo 24 horas es una realidad.